El Mégane, el modelo compacto de Renault, estrena un nuevo morro que incluye la nueva imagen de marca, con un gran rombo en el centro y modificaciones en los faros delanteros y en el paragolpes. El resto de modificaciones son mínimas, pues sólo afectan a detalles como el diseño de las llantas o las nuevas tapicerías.
Por dentro, todo sigue igual
En el interior, apenas hay novedades. Así, el Mégane sigue ofreciendo una buena postura al volante, con un asiento cómodo y que sujeta bastante bien el cuerpo en zonas de curvas. Los mandos están colocados de una forma lógica, si bien los de la radio siguen exigiendo prestarles más atención de lo debido hasta que nos acostumbremos a su manejo. Por calidad, el Mégane sigue destacando por ofrecer unos materiales agradables al tacto, con unos ajustes bastante buenos.
Por espacio, hemos tenido ocasión de probar y medir una unidad de cinco puertas, en la que no hay variaciones ni al hablar de las plazas traseras –correctas por anchura y buenas por altura, pero algo justas por espacio para las piernas- ni del maletero –que, con 372 litros, se sitúa en la media del segmento-.
¿Cómo va en marcha?
Las modificaciones no han afectado ni a los motores –tan sólo, el dCi de 90 CV pasa a 95 CV- ni al chasis. Eso sí, la gama elimina el motor 2.0 dCi de 165 CV y los gasolina 1.6 de 110 CV, 2.0 de 140 CV y 2.0 Tce de 180 CV. Además, el motor 1.2 Tce ofrecerá el nuevo cambio EDC de doble embrague.
En esta ocasión, hemos tenido ocasión de probar un Mégane 1.5 dCi 110 Energy, que se diferencia del 1.5 dCi 110 ´a secas´ por ofrecer de serie Stop&Start y sistema de recuperación de energía durante las frenadas. La parte positiva es que, con este sistema, el consumo medio baja de 4,4 l/100 km a 3,5; por el contrario, las prestaciones empeoran –tarda 12,2 segundos en pasar de 0 a 100 km/h en vez de 10,8- y supone un incremento de precio de 600 euros. En la práctica, este motor mueve con suficiente soltura al Mégane, es silencioso y no transmite muchas vibraciones, si bien se agradecería una respuesta un poco más contundente a bajas revoluciones. Va unido a un cambio manual de seis velocidades que resulta bastante agradable de manejar.
En cuanto al comportamiento, el Mégane destaca por comodidad y por facilidad de conducción, con unas reacciones muy nobles que transmiten una gran sensación de control.
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