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Primer contacto: Citroën C4 Aircross – Un poco de aire fresco

Los SUV no son precisamente el punto fuerte de la marca francesa, por lo que en su segunda incursión en este segmento Citroën vuelve a echar mano de la tecnología asiática. Y es que, al igual que su hermano mayor C-Crosser, el nuevo C4 Aircross está basado en un modelo de Mitsubishi.

Con él, la francesa quiere dar un poco de aire fresco en un segmento saturado… Para el C-Crosser –así como para su modelo hermanado, el Peugeot 4007– el consorcio PSA ha recurrido al Mitsubishi Outlander. Sin embargo, parece que esta irrupción de los franceses en el mercado de los SUV no fue del todo acertada, ya que el público prefiere SUV compactos como los que presenta ahora el consorcio: el C4 Aircross de Citroën y poco después el 4008 de Peugeot. Este aumento en la nomenclatura de Peugeot parece indicar que el fin del hermano mayor podría estar cerca, y con la afirmación de Citroën de que el C-Crosser no será objeto de las medidas de revisión a las que ha sido sometido Mitsubishi Outlander también parece querer avivar los rumores de que éste pronto dejará de existir.

Estrecho con techo panorámico

La base del C4 Aircross es el Mitsubishi ASX que, a su vez, ha recurrido a la plataforma del Outlander. Con 4,34 metros de longitud, el nuevo modelo es casi medio metro más corto que el C-Crosser, lo que le permite incorporarse –al igual que el Skoda Yeti, el VW Tiguan o el Ford Kuga– al segmento de los compactos. Sin embargo, ésta es también casi la única similitud con el modelo del que ha tomado prestado el nombre, el C4 Gracias a su batalla de 2,67 metros su oferta de espacio es buena, si bien la posición especialmente elevada de los asientos delanteros resulta alto molesta y la zona alta en el banco trasero se vuelve algo estrecha al encargar el techo panorámico que, dicho sea de paso, no se puede abrir.

El volante regulable –aunque poco– en longitud es una opción bastante inusual para un modelo de Mitsubishi. También se puede ajustar la inclinación del respaldo del banco trasero de división asimétrica tras el cual se esconden 417 litros de espacio de carga. Aunque la capacidad del maletero es buena, y resulta fácil de cargar, se echa en falta alguna solución moderna para la distribución de la carga –quizá con raíles, ganchos y anillas–, ya que lo único que encontramos es una simple red de protección.

Algo anticuado

En general, en el C4 Aircross uno siente como si hubiera retrocedido en el tiempo, algo que no nos sorprende puesto que el ASX lleva ya casi dos años en el mercado y los franceses no han tenido mucha libertad creativa a la hora de concebir su SUV, al menos en lo que al habitáculo se refiere. Así, las medidas de renovación se limitan a un nuevo volante, inserciones en negro brillante y aplicaciones cromadas. Los vetustos instrumentos, el complejo sistema de navegación y entretenimiento, el sistema de aire acondicionado de funcionamiento poco eficiente, así como el anticuado paisaje de plástico llevan la firma de Mitsubishi. Por suerte no se detectan errores de bulto en sus acabados.

El diseñador de Citroën Carlo Bonzanigo tuvo más libertad a la hora de configurar su exterior. Gracias a ello ha dotado al C4 Aircross de una carrocería moderna, elegante y personalizada que logra camuflar su parentesco con el ASX y cuyo aspecto resulta casi un poco extravagante. Lo único que los franceses se han visto obligados a mantener de la antigua carrocería japonesa son el techo y las puertas.

Un propulsor francés

De los tres motores ofertados dos proceden también de la casa Mitsubishi: el gasolina 1.6 de 117 CV y el diésel superior de 150 CV.  Sin embargo, la mecánica más recomendable es sin lugar a dudas el cuatro cilindros de 1,6 litros de cilindrada y 115 CV de potencia denominado HDi 115 y obra de la casa Citroën. Si bien desarrolla un poco menos de potencia que su hermano mayor, gracias a su par motor de 270 Nm a 1.750 revoluciones brilla con una progresión mucho mejor.

Mientras que en el caso del diésel menos potente se puede hablar a lo sumo de una ligera insuficiencia en el arranque, el más potente –provisto de un par motor de 200 Nm– exhibe un pronunciado efecto turbo, así como poco brío por debajo de las 2.000 vueltas. A esto hay que sumar un cambio manual de seis velocidades con amplias relaciones de transmisión. Además, a plena carga el motor diésel más potente muestra un funcionamiento mucho más tosco que su hermano más pequeño y refinado, que hasta casi las 1.000 vueltas trabaja sin apenas vibraciones y poco después presenta un desarrollo mucho más armónico de la potencia.

Igual de rápidos, pero no de eficientes

En lo que respecta a los tiempos de aceleración no existe diferencia alguna, ya que el menos potente necesita 10,8 segundos para alcanzar los 100 km/h –lo mismo que el diésel de 150 CV– aunque a cambio lo hace de forma mucho más eficiente. Según cifras oficinales su consumo es de al menos 4,6 litros, mientras que el diésel más potente alcanza una cifra de 5,4 litros y el gasolina, el único equipado con una caja de tan solo cinco marchas, precisa 5,9 litros a los 100 km. Todos ellos cuentan con el sistema automático Stopp&Start.

De serie las tres motorizaciones vienen equipadas con tracción delantera, aunque en el caso de los diésel la línea de equipamiento intermedia de las tres disponibles puede encargarse con tracción integral (2.000 euros), al contrario de lo que ocurre con el cambio automático, que no está disponible. En este caso, el interruptor ciego situado en el túnel central se sustituye por un mando giratorio que permite al conductor cambiar entre los tres modos de conducción de nombres bastante confusos.

Un modo «Lock» que no bloquea

Solo las ruedas delanteras reciben impulso en modo 2WD, mientras que en modo 4WD al eje trasero se traslada entre el 2 y el 30% de la fuerza. En contra de lo que cabría esperar el modo «Lock» no bloquea la relación de fuerza, sino que permite al sistema trasladar hasta el 70% de la fuerza hacia atrás. Sin embargo, en caso ideal en este modo estaríamos hablando de tan solo el 2% de la fuerza.

Tal y como ya hemos dicho antes, el Mitsubishi ASX no es un modelo nuevo y esto también se nota en el chasis del C4 Aircross. Aunque su configuración no demasiado dura, que presta más atención al confort de suspensión que a conseguir el menor balanceo posible, resulta idónea para el segmento en el que se encuadra, al modelo francés le falta el contacto directo con la carretera. Su volante suave también podría ofrecer una respuesta más clara y, por lo tanto, mayor precisión direccional en curva.

Una colaboración poco ventajosa

Aquellos que piensen que esta solución de colaboración con Mitsubishi permitiría a Citroën ofertar el C4 Aircross a precios especialmente económicos se equivocan. Los precios del gasolina arrancan en los 21.600 euros, es decir unos 3.000 euros más que el modelo japonés. El diésel más recomendable, con tracción delantera, está disponible a partir de 23.800 euros. De serie contará con aire acondicionado, radio CD, así como espejos exteriores y elevalunas eléctricos. Las únicas opciones serían la pintura metalizada, llantas con un diseño diferente y una rueda de emergencia en lugar del kit de reparación de neumáticos.

Los que deseen disfrutar del techo panorámico, de un dispositivo de ayuda al aparcamiento, de tapicería de piel, de un sistema de navegación o –en el caso del diésel– de la tracción integral deberán decantarse como mínimo por la línea de equipamiento «Seduction» (HDi 115 a partir de 25.600 euros). En tal caso, el equipamiento de serie incluye un programador de velocidad, sensor de luz y lluvia, llantas de aluminio de 16 pulgadas, luz de conducción diurna tipo LED, climatizador, conexión USB y auxiliar, así como interfaz Bluetooth.

Conclusión

Con el C4 Aircross Citroën cubre por fin –aunque con cierto retraso– el segmento correcto. Las cifras de matriculación de los SUV compactos van en aumento y parece que esta tendencia se mantendrá en el futuro. La carrocería elegante –a la par que extravagante– del francés aporta además un poco de aire fresco al segmento y a las calles.

Lástima que la base del C4 Aircross no sea tan nueva, ya que las anticuadas superficies de plástico de su interior parecen no encajar muy bien con su novedosa carrocería y su tren de rodaje poco directo se encuentra una generación por detrás de los representantes más nuevos de este género automovilístico.

Citroën podría compensar esta deficiencia con una ligera ventaja en el precio, pero no es así. El modelo francés es incluso bastante más caro que el Mitsubishi. Sin embargo, es posible que esto afecte poco a las cifras de ventas, ya que para 2012 la casa tiene previsto enviar a Alemania solo 2.500 unidades del C4 Aircross –que se convertirán en 5.000 el próximo año–, una cifra que estamos seguros se venderá sin problemas.

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