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Prueba: Audi SQ5 TDI – El súper diésel

De la noche a la mañana puede llegar el invierno y los servicios de mantenimiento tendrán que afanarse por limpiar las principales carreteras de hielo y nieve, aunque seguramente en las carreteras secundarias la cosa sea diferente.

En estos casos uno agradece tener un automóvil con tracción integral. Y mejor aún si ese mismo automóvil es capaz de destacar por su rendimiento sobre superficies secas, ya que tarde o temprano el siguiente verano llamará a la puerta.
Este es precisamente el motivo por el que nos hemos atrevido calificar al Audi SQ5 TDI de coche multiusos. En condiciones climáticas adversas su tracción integral permite avanzar de forma segura sobre cualquier superficie mientras otros patinan sobre sus ruedas delanteras al intentar salir de la plaza de aparcamiento o tienen problemas por mantener su zaga dentro de la trazada de la curva.

En cambio, cuando la superficie está seca la tracción más poderosa de todos los Q5 proporciona sobre todo una cosa: diversión al volante. De esta forma, el SUV se convierte por un momento en un verdadero deportivo. Su doble turbocompresor convierte al Q5 en un modelo S digno de exhibir tal distinción tanto en la parte delantera como en la zaga. Aunque aquí también tiene algo que decir la distribución de la fuerza entre las cuatro ruedas.

Tracción integral permanente

En el caso del Audi Q5, y a diferencia de muchos de sus competidores, la tracción integral permanente tiene lugar a través de un diferencial Torsen y no de un embrague, que solo activa uno de los dos ejes cuando resulta realmente necesario. En el SQ5, por tanto, ambos ejes reciben siempre propulsión. Atrás quedan los retardos que se generan, por ejemplo, cuando el sistema ha de regular de nuevo el flujo de fuerza después de que las ruedas hayan patinado. De esta forma el Audi disfruta siempre de la máxima adherencia. De serie, el 40% de la fuerza es trasladada al eje delantero y el resto al trasero, aunque dependiendo de las necesidades la relación se ajusta en cuestión de segundos.

Los dos turbocompresores arrancan un total de 313 CV a los 3 litros de cilindrada del enorme diésel de seis cilindros, al tiempo que aumentan el par motor hasta los 650 newtons/metro. Esto es demasiado para el cambio de doble embrague utilizado normalmente en el Q5, por lo que en este caso el encargado de distribuir la fuerza es un cambio automático de ocho velocidades de la casa ZF en el que se integra el diferencial Torsen. Esta caja cambia las marchas con total suavidad y encuentra siempre la relación adecuada para cada situación.

Con generador de sonido

Incluso siendo el V6 la fuente de la potencia, el profundo sonido que se genera al pulsar el botón de arranque y que aumenta progresivamente al acelerar no procede solo del motor, sino de un actuador de sonido situado en el sistema de escape cuyo sonido se puede intensificar aún más pulsando un botón del sistema opcional Drive Select y que además afecta también a la dirección, el diagrama característico del acelerador y el cambio. De esta forma, en términos acústicos el SQ5 TDI parece más un deportivo que un diésel.

Sin embargo, aquellos que crean que esto no es más que una mera fachada recibirán su propio escarmiento tan pronto como pisen el pedal del acelerador. En apenas 5,1 segundos su imponente propulsor impulsa las casi dos toneladas de peso del Q5 hasta los 100 km/h (0,8 segundos más rápido que el gasolina más potente), cumpliendo así de forma impresionante lo que prometen sus espejos exteriores cromados y el emblema «S» situado en la zaga. A tan solo 1.450 vueltas ya está disponible su par motor máximo que dura hasta las 2.800 revoluciones, lo que proporciona al SQ5 TDI una progresión tan vehemente que uno se plantea si realmente ha merecido la pena apostar durante tanto tiempo solo por los gasolina para los deportivos.

Un deportivo más eficiente

A más tardar al llegar a la estación de servicio la pregunta se contesta con un rotundo no, ya que aquel que sea capaz de conducir el SQ5 TDI según el ciclo de medición europeo tan solo tendrá que calcular 6,8 litros a los 100 kilómetros. Evidentemente esto no lo hace nadie, aunque incluso pisando a fondo y llevándolo al máximo de su capacidad para comprobar si es posible alcanzar la velocidad máxima de 250 km/h que promete su hoja de especificaciones, apenas se superarán los 10 litros.

Manteniendo un modo de conducción normal es posible registrar un consumo de 7-8 litros, si bien los conductores con una marcada tendencia a la diversión tendrán que contenerse, ya que al fin y al cabo resulta demasiado divertido demostrar a los demás usuarios de la vía pública de lo que uno es capaz con breves etapas de aceleración intermedia. Sí, este SUV también sabe hacer estas cosas.

Menos confort, pero mucha diversión

Para mejorar la dinámica los ingenieros han rebajado 30 mm un chasis que nunca ha brillado por su comodidad, aunque esto no afectará a su agradable posición de conducción elevada. Además como buen chasis deportivo su configuración es algo más rígida, mientras que las llantas de 20 pulgadas de serie hacen el resto y permiten a los ocupantes participar de todo lo que ocurre debajo de sus asientos. Además, para el S no hay disponibles amortiguadores adaptativos y, pese a lo confortables que pueda ser el acolchado de los asientos deportivos montados de serie, estos son incapaces de absorber todas las juntas transversales de la carretera.

Sin embargo es el precio que hay que pagar para que el SQ5 para pueda trazar las curvas con suma ligereza y llegue incluso a hacernos olvidar que se trata de un todoterreno. Tan solo su distribución de pesos con especial acento sobre el eje delantero le juega alguna que otra mala pasada y con su deslizamiento sobre las ruedas delanteras obliga por un lado a la tracción integral a enviar más fuerza a la parte trasera y por otro al ESP a frenar primero la rueda que traza el interior de la curva y, en caso de duda, a reducir también la potencia del motor. La dirección electromecánica podría ser algo menos sintética, aunque no por ello deja de ser directa y precisa.

Muchas opciones para gastar el dinero

Los conductores que prefieran la comodidad a la velocidad tendrán más tiempo para disfrutar del acogedor interior del Q5. Si bien el espacio no es una de sus mayores virtudes –al fin y al cabo el A5 se basa en el A4 de clase media–, en la parte delantera hay espacio más que suficiente para dos adultos de gran envergadura y la zona trasera también resulta bastante cómoda. El interior del SQ5 de excelentes acabados resulta aún más bonito si se encarga la decoración en aluminio. Por unos 1.000 euros el interior estará salpicado de inserciones en aluminio laminado y madera de color negro, lo que le conferirá un aspecto similar al de una cebra.

Tal y como nos tiene acostumbrados, para el tope de gama la casa de los cuatro anillos tiene reservadas multitud de ofertas que harán más cómoda la vida al conductor del SQ5 y que permitirán disparar sin problemas su precio básico de 68.100 euros. Además de la habitual selección de sistemas de ayuda al conductor (sistema de alarma de salida del carril, sistema de control de ángulos muertos, programador de velocidad con regulación de distancia y más) y de extras de confort como el portón trasero eléctrico (que permite acceder a un maletero con una capacidad de hasta 1.560 litros), el SQ5 TDI también se puede convertir en toda una central multimedia con radio digital, recepción de televisión, «W-Lan Hotspot» y sistema de navegación con imágenes de Google Earth. De esta forma no resulta extraño que el precio llegue a alcanzar los 80.000 euros y más.

Más seguridad sobre hielo y nieve y más diversión sobre pisos secos. La excelente combinación entre una tracción integral perfecta y un potente propulsor diésel convierte al SQ5 TDI en un automóvil multiusos. El nuevo modelo de Ingolstadt causa una buena impresión tanto en su faceta de vehículo para la nieve como en la de automóvil deportivo, al mismo tiempo que su mecánica diésel de más de 300 CV es capaz de sacarle los colores a más de un gasolina. Especialmente en la estación de servicio, donde demuestra lo eficiente que puede llegar a ser con un consumo que oscila entre los siete y los diez litros.

El hecho de que el ya de por sí duro Q5 haya tenido que endurecerse un poco más para convertirse en las versión S resulta evidente, pero que de serie solo esté disponible con llantas de 20 pulgadas aunque resulta elegante no mejora para nada el confort. A cambio el conductor disfrutará de sus aptitudes deportivas y de sus estrechos radios de curva, a pesar de que su dirección se muestra algo sintética. Sin embargo, este Audi no merece ningún comentario negativo más.

Lo único que hemos echado de menos con la reciente llegada del invierno ha sido la calefacción en el volante, pero este extra de comodidad ya no está disponible en la lista de opciones del Q5 puesto que está reservado a la gama del A6. Sin embargo, estamos hablando de un extra que Audi necesitará como muy pronto en un año, ya que el SQ5 TDI no llegará a los concesionarios hasta la primavera de 2013.

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