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Prueba: Honda CR-V – A lo grande

La marca japonesa no sólo cuenta con un CR-V pintón y tecnológico, sino que gracias la combinación de calidad, espacio y de un motor elástico, este SUV familiar es ahora capaz de bregar con modelos  de categoría y precio superiores.

El sueño de todo conductor es tener aparcado en su garaje el coche perfecto. Aquel que combine el dinamismo de los mejores deportivos, las capacidades off-road de los poderosos todoterrenos, el espacio de los grandes monovolúmenes y el consumo de los urbanos más ratoneros. Sin embargo, justo en el momento en el que uno está a punto de subirse en ese coche ideal… suena el despertador y nos devuelve de nuevo a la realidad.

Sí, puede que con estas primeras líneas, todo lo que venga a continuación parecerá menos importante, pero lo cierto es que si sigues leyendo la prueba que aquí te traemos, seguramente acabes igual de satisfecho que nosotros una vez hemos devuelto a la marca el Honda CR-V .
Un vehículo que parece que lleva entre nosotros toda una vida. Lo cierto es que podría ser así, pues la primera generación se puso a la venta en 1997, es decir, hace casi 20 años. No obstante, la entrega que protagoniza esta prueba, la cuarta, poco o nada tiene que ver con aquella de finales de los 90. De hecho la diferencia con la tercera ya es enorme dado que Honda, por fin, ha sabido posicionar con acierto el CR-V.

A la altura

Un lugar que está a medio camino entre los todoterrenos y los grandes familiares, o lo que es lo mismo, este CR-V es un todocamino familiar en toda regla. Sí, porque el SUV japonés combina el espacio interior propio de un monovolumen, con el comportamiento de un todoterreno al que le gusta el campo pero que prefiere el asfalto como hábitat natural. Todo ello, además, sin que la calidad o la comodidad se pierdan por el camino… nunca mejor dicho.

Ficha Técnica Honda CR

Motor: Gasolina, cuatro cilindros en línea, atmosférico

Cilindrada: 1.997 cm3

Potencia: 155 CV a 6.500 rpm

Par: 192 Nm a 4.300 rpm

Velocidad Máxima: 190 km/h

0-100 km/h: 10,2 seg.

Consumo (urbano/extraurb./mixto): 8,9 / 6,2 / 7,2 l/100 km

Emisiones CO2: 168 gr/km

Dimensiones: 4.605 / 1.820/ 1.685 milímetros

Maletero: 589-1.669 litros

Peso: 1.460 kg.

Cambio: Manual, de seis velocidades

Depósito: 58 litros

Precio: 27.700 euros

La unidad que hemos probado se correspondía con la última actualización llevada a cabo por Honda. En ella se observa un vehículo mucho más elegante tanto exterior como interiormente. A nivel externo destaca, sobre todo, un frontal imponente secundado por unas atractivas luces diurnas tipo LED. Se ha dado un mayor protagonismo a las superficies cromadas, al tiempo que se ha rebajado la línea de su capó y ensanchado la parrilla delantera.

El habitáculo, por su parte, recibe pocas modificaciones, pero las justas para que el CR-V pueda competir contra rivales de mayor talla como el Audi Q5 o el BMW X3. Sigue abusando de un gran número de plásticos duros, aunque se hallan perfectamente ensamblados, ofreciendo un tacto muy agradable. Además, el aislamiento acústico se ha mejorado considerablemente logrando que el confort de marcha sea mucho más sobresaliente.

Amplio es poco para definirlo

En el interior, la consola central está presidida por una doble pantalla: una integrada en el salpicadero y otra en la consola central que, además, no son una solución para eliminar la gran cantidad de botones que encontramos. Por ello, será necesario un pequeño periodo de adaptación para acostumbrarnos al lugar y la función de cada uno.

Todo lo contrario que con el nuevo sistema multimedia, denominado Honda Connect y que supone una de las grandes novedades tecnológicas de este reestilizado CR-V. Se incluye de serie en todos los acabados y versiones del vehículo y con él, el conductor tendrá acceso tanto al navegador (este sí es opcional y cuesta 600 euros) como a Internet o a distintas aplicaciones gracias a la inclusión del sistema operativo Android 4.0.4. De hecho, su interfaz es idéntica a la de cualquier smartphone o tablet que incorpore dicho sistema operativo, siendo igual de intuitivo y rápido que en dichos dispositivos.

Pero el Honda CR-V es mucho más que un aspecto bonito y un amplio elenco de sistemas multimedia. El SUV japonés posee ciertas características que le hacen ganar puntos con respecto a sus rivales más directos. Para empezar, ofrece uno de los maleteros más grandes de su segmento. Al abrir el portón, aparecen 589 litros ampliables, con unas formas muy regulares. Capacidad que puede ampliarse hasta los 1.669 si se abate la segunda fila de asientos.

Zona ésta que, para continuar, es una de las amplias en comparación con sus competidores. Cuenta con un acceso impecable (sus puertas se abren casi en un ángulo de 90º), disponiendo de un espacio tanto para las piernas, como para la cabeza o los hombros increíble. Para hacernos una idea, tres adultos de incluso 1,90 metros no tendrán problemas en acomodarse. La perfección la alcanzaría si, como ocurre en los monovolúmenes, dicha fila pudiera desplazarse longitudinalmente o si contara con asientos individuales… pero poco a poco.

Pequeño, dinámico…

Si tanto el diseño como el Honda Connect son algunas de sus novedades tangibles, lo cierto es que este CR-V también destaca por lo que no se ve, o mejor dicho, por lo que transmite. Cierto es que este segmento se nutre en buena medida de motores diésel (el CR-V está disponible con dos), pero dado el vuelco que está dando el sector, la gasolina se tornará como el principal alimento de los motores. Siempre que no olvidemos la hibridación, pues la nueva generación del CR-V presentada en el pasado Salón de Ginebra ya adelantó que tendría una versión más eficiente.

El encargado de mover nuestra unidad no es otro que el cuatro cilindros de gasolina y 2.0 litros, de aspiración atmosférica, que desarrolla 155 CV y 192 Nm de par, disponibles a 4.200 rpm. Puede parecer un empuje algo corto, sobre todo para mover una carrocería de 4,60 metros de largo y 1.460 kilos de peso. No obstante, este CR-V gasolina sorprende tanto por su linealidad como por su suavidad.

Bien es cierto que si queremos sacar lo mejor de él será necesario subir la aguja del cuentarrevoluciones hasta un rango alto, pero dado lo aburridos que se han vuelto algunos coches, este CR-V tiene hasta su toque picante. Eso sí, el consumo se verá mermado, ya que los 7,2 l/100 km que homologa se convertirán en la realidad en casi 10 litros. Sólo realizando una conducción muy sosegada y moviéndose siempre por zonas llanas, quizá lleguemos a igualar los datos oficiales.

Cualidad esta que denota su carácter rutero… o no. Porque el CR-V está pensado tanto para devorar kilómetros como para divertirte por una carretera revirada. Para ello cuenta con un chasis perfectamente ajustado, una dirección muy informativa y una suspensión que sujeta con firmeza la carrocería. La caja de cambios manual es suave y rápida, siendo un gusto realizar el tránsito entre marchas cuando el motor se queda algo bajo en una subida.

Dinámica ganadora

Los cambios de apoyo son excelentes, no llegan al nivel de un Civic pero sin duda los ingenieros de Honda han sabido completar con nota su trabajo. Eso sí, como punto negativo este motor únicamente puede asociarse con la tracción delantera, por lo que quien quiera transitar con más seguridad por tramos no asfaltados, deberá optar por un motor diésel.

Pero si lo que queremos es viajar siempre seguros, lo recomendable será equipar el paquete de asistentes denominado ‘Sensing’ que, otra vez, por desgracia, no se puede asociar con este motor. Porque si quieres optar por la alerta de tráfico trasero, el asistente de cambio involuntario de carril, el control de crucero adaptativo, el detector de vehículos en el ángulo muerto, el lector de señales de tráfico, el avisador de colisión frontal, la prevención y mitigación de impactos o la conexión automática de luces largas, tendrás que optar por el acabado Executive (el más alto) asociado a dicho paquete. Una combinación que solo está disponible con el motor diésel de 160 CV con caja automática de nueve velocidades y tracción 4x4.

En el caso de nuestro motor 2.0 i-VTEC de 155 CV tendrás que ‘conformarte’ con el nivel Elegance Plus Navi… el único disponible para este motor. Un nivel que, eso sí, cubre las necesidades de cualquier cliente al ofrecer, de serie, elementos como el sistema de pérdida de presión de los neumáticos, el asistente al arranque en pendientes, el control de velocidad de crucero con limitador, climatizador automático bizona, sensores de aparcamiento delanteros y traseros, sensores de lluvia y luces, cristales traseros tintados, faros delanteros antiniebla, sistema Honda Connect Navi con pantalla de 7,0 pulgadas, Bluetooth… Y todo ello por un precio perfectamente ajustado: 27.700 €.

En definitiva, Honda tiene un producto de garantías, con pocos puntos flojos y un sinfín de argumentos para que el CR-V se convierta en una referencia. Ahora solo queda batir a los temidos modelos alemanes y, sobre todo, tener un puntito de suerte.

¿Preparado para lo siguiente?

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