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Prueba: Kia Sportage – Preparado para todo

El Sportage acapara un alto porcentaje de las ventas de la firma asiática por lo que sobran los elogios hacia este SUV compacto. Aunque con esta actualización la firma coreana se ha subido al carro de la micro hibridación, nosotros hemos optado por probar el nuevo motor diésel 1.6 CRDi de 136 CV.

Aquí están nuestras impresiones. Hace unos meses pudimos conocer de primera mano los cambios efectuados por KIA en su Sportage de cara a afrontar su segunda mitad de vida comercial. El producto más importante de la coreana consigue enfatizar todas sus virtudes y mejorar sus pocos defectos para mantenerse en los puestos de cabeza de un segmento que, en los últimos años, no ha hecho más que crecer.

Larga vida al diésel

Uno de sus principales cambios afecta a la gama mecánica. Pese a que la gran novedad la centra la llegada de la micro-hibridación asociada al nuevo motor diésel de 185 CV (fue la protagonista de nuestra toma de contacto realizada por Alicante), en esta ocasión nos hemos decantado por probar el que también es otro estreno importante.

Ficha Técnica Kia Sportage GT Line Xtreme 1.6 CRDi 136 CV 6MT 4X4

Motor: Diésel turboalimentado, cuatro cilindros en línea

Cilindrada: 1.598 cm3

Potencia: 136 CV a 4.000 rpm

Par: 320 Nm desde 2.000 a 2.250 rpm

Velocidad Máxima: 180 km/h

0

Consumo (urbano/extraurb./mixto): 5,5 / 5 / 5,2 l/100 km

Emisiones CO2: 137 gr/km

Dimensiones: 4.485 / 1.855 / 1.635 milímetros

Maletero: 480-1470 litros

Peso: 915 kg.

Cambio: Manual de seis velocidades

Depósito: 62 litros

Precio: 31.341 euros

Precio unidad probada: 34.473 euros

El diésel es su combustible, pero ofrece menos cilindrada y menos potencia que la versión Mild-Hybrid mencionada. Nos referimos al 1.6 CRDi de 136 CV. Un bloque que llega al Sportage para sustituir al exitoso 1.7 CRDi y, de paso, conseguir que cumpla la estricta normativa europea de emisiones. Un bloque que, como ocurría con el 1.7 CRDi, también puede escogerse con un escalón menor de potencia, 115 CV, rebajando ligeramente el precio de entrada al vehículo.

Tras probarlo en profundidad durante la semana entera, he de reconocer que he acabado más que satisfecho. Sus 320 Nm aparecen desde las 2.000 rpm para otorgarnos un empuje notorio desde casi el inicio del acelerón. De hecho, ya desde las 1.700 vueltas notamos cómo el coche comienza a tirar hacia delante, estirándose con progresividad hasta las 4.000 rpm para, a partir de ahí, dejar que sean los 136 CV los que se hagan cargo de todo.  

Un bloque apenas intrusivo a nivel sonoro que, eso sí, nos ha dejado algo fríos en lo que a consumo se refiere. Y es que frente a los 5,2 l/100 km que homologa este Sportage , nuestro ordenador de a bordo no bajó, en la semana de pruebas, de los 8 litros. Puede que sea por la versión (era la más equipada), por el gran número de atascos mañaneros que tuvismos que sufrir o porque también disfrutamos de él fuera del asfalto, pero lo cierto es que dicha cifra se nos antoja un tanto elevada teniendo en cuenta su potencia y su peso contenido (1.652 kilos en nuestra unidad).

De barro hasta las trancas

Otro factor puede que haya sido el ritmo elevado al que le hemos sometido. Porque este KIA Sportage nos ha dejado un muy buen sabor de boca en tramos serpenteantes. Su chasis equilibrado nos ha permitido movernos con soltura por carreteras ratoneras. Lógicamente, no es un vehículo pensado para exprimirle hasta el límite pero, dentro de sus posibilidades, se ha desmarcado con un paso por curva estable y aplomado, sin un excesivo subviraje.

Pero más allá de su comportamiento on road, nos ha llamado la atención lo bien que se muere por zonas off road. Por supuesto no estamos ante un todoterreno al uso pero sí ante un coche con unas capacidades fuera pista más que satisfactorias. Sus 17 centímetros de altura libre no son una maravilla, pero sí permiten pasar montículos sin dificultades. Mientras que su siempre efectiva tracción total, con la opción de bloquear electrónicamente el diferencial central, nos dio pie a disfrutar de un terreno embarrado sin perder un ápice de seguridad… ni de diversión.

Nueva línea exterior

Pasando al apartado estético, lo cierto es que la apariencia de este Sportage poco dista de su precursor. Pese a ello, sí encontramos ligeros detalles diferenciadores. Delante destacan las nuevas luces LED, la forma de los faros antiniebla o las molduras cromadas. En la zaga, el cambio más representativo lo centra la nueva grafía tridimensional de los grupos ópticos traseros.

Al tratarse nuestra unidad de la versión más equipada y extrema de la gama, el GT Line Xtreme, el Sportage añade faldones laterales plateados, llantas de 19 pulgadas y una doble salida de escape cromada e integrada en un pequeño difusor plateado. La guinda la pone el siempre llamativo color metalizado Infra Red.

Inmejorable calidad interior

Pasando al habitáculo KIA consigue algo que parecía complicado, mejorar la calidad percibida. Lo primero que notamos cuando nos sentamos a sus mandos es que el volante es ligeramente distinto respecto al modelo anterior y que el salpicadero gana enteros con materiales más mullidos y menos plásticos duros. Además, los dibujantes de KIA han conseguido ese equilibrio entre mandos analógicos y órdenes táctiles, estas últimas a través de la pantalla central de 8 pulgadas.

Los asientos deportivos de cuero con costuras rojas te atrapan y se adaptan a la perfección gracias a su reglaje eléctrico. Las plazas traseras cuentan con unas buenas dimensiones, mientras que el espacio reinante sigue siendo uno de los mejores de su categoría (gracias en parte a los casi 2,70 metros de batalla), pudiendo dar cabida a tres adultos con comodidad… siempre y cuando el viaje no sea excesivamente largo. En cambio, para una familia con niños, el Sportage se torna como una alternativa más que perfecta ante los defenestrados monovolúmenes.

Más aún si echamos un ojo al maletero, cuyo volumen varía en función de las versiones. En nuestro caso contamos con 480 litros, 23 menos que los gasolina dado el montaje del depósito de AdBlue pero 41 litros más que los Sportage Mild Hybridla quienes han de sumar la batería adicional. Pese a todo, todas estas cifras cumplirán sobradamente con las necesidades de la mayoría de usuarios, pues KIA ha sabido aprovechar al máximo el espacio reinante.

Máxima seguridad y conectividad

Por último, pero no por ello menos importante, toca hablar del aspecto tecnología. El Sportage cuenta con múltiples ayudas a la conducción como el asistente de luces de carretera, el detector de fatiga, el control de velocidad de crucero adaptativo con función Stop&Go o los sistemas de mantenimiento de carril y de reconocimiento de señales de tráfico.

Un amplio elenco que todavía puede ser mayor si, como en nuestro caso, se opta por equipar el paquete Premium Xtreme D. Por 3.200 € más se añaden el asistente de frenada de emergencia con reconocimiento de peatones, el sistema de detección de ángulo muerto y la alerta por tráfico trasero. ADAS que se combinan con otros elementos de confort como los asientos delanteros y traseros calefactables, el volante calefactable, los asientos delanteros ventilados, la regulación eléctrica de las butacas delanteras, el portón trasero eléctrico con función manos libres o la cámara de visión de 360º.

Y todo este compendio, ¿por cuánto sale? KIA abre su gama para el diésel de 136 CV, 4x2 y cambio manual en 20.250 € con un jugosísimo descuento de 7.750 € ya incluido. Si nos vamos a nuestra unidad, con acabado GT Line y tracción 4x4, la cuantía aumenta hasta los 31.341 €, a los que habría que sumar los 500€ de la pintura y los 3.200€ del paquete citado anteriormente. Por tanto, el Sportage probado cuesta 34.473 €.

¿Preparado para lo siguiente?

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