Nosotros lo hemos probado en profundidad con el motor más potente y divertido de la gama, el 2.0 gasolina de 160 CV. ¿Quieres saber en qué cambia o cómo va? No pierdas tiempo y sigue leyendo. La cuarta generación del Miata está siendo un éxito. Sí, puede que las 539 unidades que llevamos matriculadas no os parezcan para tirar cohetes, pero si tenemos en cuenta los que podrían ser sus principales rivales: véase Toyota GT 86, Subaru BRZ, Alfa Romeo 4C o Fiat 124 Spider, entre todos no suman si quiera la mitad de ventas de MX-5.
Para que la curva siga en modo ascendente, los responsables de marketing y producto de Mazda decidieron dar un paso adelante y ampliar la gama con el RF que protagoniza estas líneas (cuyas siglas significan Retractable Fastback). Una variante que, para nada es nueva en el modelo, pues como recordarás la anterior generación ya estaba disponible con techo duro. Sin embargo, los diseñadores asiáticos han decidido evolucionar el concepto cuando el techo queda completamente guardado dejando ahora una configuración Targa en lugar de una completamente abierta.
A medias
La principal cualidad de este tipo de carrocería es que los pilares traseros se mantienen a la vista, quedando guardado únicamente la parte superior del techo. De esta forma, la operación de capotado y descapotado se realiza en solo 12 segundos, convirtiéndole en el Cabrio más rápido del mercado. Eso sí, lo malo es que no podremos realizar dicha operación en marcha, a no ser que circulemos por debajo de los 10 km/h.
Uno de los grandes beneficiados de esta configuración es el maletero. Y es que al no tener que alojar una gran cantidad de chapa, la capacidad del mismo no se ve alterada frente al MX-5 convencional quedando en 127 litros. Puede que parezcan limitados, pero teniendo en cuenta las aspiraciones ociosas que tiene el modelo, son más que suficientes para el transporte de dos maletas de mano que nos permitan disfrutar de un fin de semana por todo lo alto.
Divertimento
Porque pese a añadir esa estructura que a nosotros, personalmente, nos encanta por otorgarle un aspecto mucho más deportivo, no impide que el MX-5 mantenga esa filosofía enfocada al disfrute. Disfrute por conducir, por sentir lo que el coche es capaz de ofrecerte en todo momento, por circular sin más preocupaciones que el hecho de que te pueda pillar un chaparrón.
Sentimientos que encuentran en el motor que anima a nuestra unidad, en su perfecto aliado. Nos hubiera gustado poder probar el motor más básico de la gama (algo que esperamos hacer en poco tiempo), primero para conocer cómo se comporta con 29 CV menos y una cilindrada más pequeña, y segundo, para obtener sensaciones diferentes a las que ya experimentamos con el MX-5 Roadster. Sí, porque el grupo propulsor es el mismo que el de aquella unidad que probamos a principios de año: el 2.0 SKYACTIV-G de gasolina que eroga 160 CV y consigue dibujarnos una sonrisa en el rostro y mantenerla hasta que decidamos bajarnos del mismo.
Un bloque atmosférico, como los de antes, que necesita ir bien subidito de vueltas para entregarnos todo su potencial. No hay más que ver que los 200 Nm de par máximo los entrega a 4.600 rpm, mientras que los 160 CV hacen acto de aparición cuando la aguja llega a las 6.000. Una delicia de bloque que se combina con una caja de cambios manual de seis relaciones, de tacto duro y rápido, y con la siempre entretenida propulsión posterior que nos permitirá juguetear con un eje trasero más reactivo en curvas cerradas.
Eso sí, los 60 kilos extra de peso proveniente de la estructura mecánica del techo duro retráctil se deja notar. Todavía mantienen a nuestro protagonista por debajo de los 1.100 kilos de peso pero las inercias se dejan notar algo más que en la versión con tecno de lona. Pese a todo, no impide que el paso por curva sea rapidísimo y con total seguridad.
¿Compensa?
Con el techo abierto y circulando por carretera, apenas se perciben turbulencias. La estructura trasera hace las veces de cortavientos, mientras que si queremos que el viento entre por cada rincón del coche, también podremos ocultar la luneta trasera de vidrio. Ahora bien, si viajamos con el techo cerrado, el aislamiento acústico la verdad es que podría estar más conseguido. Apenas notamos diferencias frente al MX-5 de lona, hecho que nos lleva a plantearnos si merece la pena adquirir este RF frente al Roadster ‘a secas’.
A igualdad de equipamiento y potencia, nuestro protagonista es 2.500 € más caro, para en nuestro caso, proponer una factura de 31.500 €, a los que habría que añadir los extras de la pintura metalizada y el cupero Nappa marrón, de 400 € cada uno. Puede que parezca excesivo por un coche capricho, pero entendemos que la idea de Mazda ha sido ofrecer un modelo con apariencia más picantona que la del Roadster para ‘cuarentones’ y sobre todo más comodona, porque siempre queda mucho más cool apretar un botón y que el techo se oculte tras de ti.
Ficha Técnica Mazda MX-5 RF 2.0 SKYACTIV-G 160 CV Nappa Edition
Motor: Gasolina, cuatro cilindros en línea, atmosférico
Cilindrada: 1.998 cm3
Potencia: 160 CV a 6.000 rpm
Par: 200 Nm a 4.600 rpm
Velocidad Máxima: 215 km/h
0-100 km/h: 7,5 seg.
Consumo (urbano/extraurb./mixto): 8,7 / 5,4 / 6,6 l/100 km
Emisiones CO2: 154 gr/km
Dimensiones: 3.915 / 1.735 / 1.230 milímetros
Maletero: 127 litros
Peso: 1.090 kg.
Cambio: Manual de seis velocidades
Depósito: 45 litros
Precio: 31.500 euros
Precio ud. probada: 32.300 euros
