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Prueba: MINI One D – Más accesible

La segunda generación del actual MINI dio la bienvenida a finales del pasado año al nuevo One D.

Con esta versión, que se convierte en el escalón de acceso a la gama de mecánicas de gasóleo, la marca persigue atraer a aquellos clientes potenciales que buscaban un MINI diésel lo más económico posible… Dentro de muy poco, la marca británica, en propiedad de BMW desde 1994, lanzará al mercado dos nuevas versiones de su MINI (One Cabrio y One Minimalism) y realizará en prácticamente toda la gama de carrocerías del modelo profundos ajustes en los motores que se traducirán en más potencia, más eficiencia y mayor placer de conducción.

Junto con el fascinante John Cooper Works, las versiones de gasóleo serán las únicas que no reciban modificación alguna. Algo que en parte tiene su lógica ya que, al contrario de lo que se pudiera pensar en un principio, esta variante que hoy analizamos apenas lleva 6 meses en el mercado.  Hasta septiembre del pasado año todo aquel que quisiera hacerse con un MINI diésel sólo tenía la posibilidad de adquirir el Cooper D, a la venta por 20.350 €. La marca aún no había introducido en esta 2ª generación al One D, una alternativa con 20 CV menos eso sí, pero con un precio 3.150 € inferior que lo hace mucho más accesible.

Cuestión de alianzas

BMW ya había jugado sus cartas en lo que a mecánicas diésel se refiere con el One D anterior (lanzado en 2003) que pasó a la historia como el primer MINI con motor de gasóleo equipado de serie. En aquella ocasión, el grupo BMW estableció una alianza con Toyota y comenzó a montar en el modelo los propulsores 1.4 D4-D del fabricante japonés. Al principio con 75 CV y posteriormente en sucesivas versiones con 88.

Con la llegada del MINI de nueva generación (septiembre 2006), la compañía dejó a Toyota y buscó una nueva alianza. No fue hasta principios de 2007 cuando se introdujo una variante diésel, pero y como gran novedad, ahora con la inclusión del archiconocido bloque 1.6 de PSA-Ford. Desde entonces son ellos los que siguen suministrando los motores diésel a la marca (aunque son puestos a punto por la propia BMW). Al principio sólo para el Cooper D, en su variante de 110 CV y como decíamos, desde hace apenas 6 meses para el One D, donde entrega 90 CV de potencia.

Suficiente

Así pues, este motor es en esencia el mismo que montan, por citar algunos, el Ford Fiesta, el Peugeot 207, el Citroën C3 o el Mazda 2. Además de los pequeños retoques que BMW realice en él, creo que la clave de su buen funcionamiento en el MINI reside en la caja de cambios de 6 relaciones a la que va asociado (desmarcándose  del resto de modelos citados, con “únicamente” 5 velocidades).

A mi juicio, esta mecánica da buen resultado porque tiene fuerza desde bajo régimen, proporciona una respuesta más que aceptable en marchas largas, tiene unas prestaciones suficientes y es silencioso en carretera, aunque esto último puede que sea debido al estupendo aislamiento del que hace gala este vehículo. Lógicamente el consumo es otro de sus puntos fuertes. A ello ayuda el dispositivo “Start/Stop” de arranque y parada automáticos del motor o el  sistema de regeneración de energía en las frenadas que van asociados de serie. Estas medidas se complementan con un indicador de cambio de marchas ubicado en el cuadro de instrumentos.

Con todo, el fabricante homologa un gasto de combustible medio de 3,9 litros. Estas cifras son algo optimistas porque en la práctica nos ha sido muy difícil bajar de los 4,5 litros, pero aún así es un consumo realmente bajo, sobre todo teniendo en cuenta la aceleración y el buen rendimiento que ofrece dicha motorización. En un recorrido por autovía de casi 500 kilómetros a velocidad constante (122 Km/h según el ordenador), el consumo fue de 4,7 litros. En recorridos urbanos y una conducción con atascos y diversas paradas, la media más elevada que obtuvimos en ningún caso superó los 6,6 l.

Siempre a punto para la diversión

Sea cual sea la motorización que elijamos, puedo asegurar que un MINI es siempre un coche divertido de conducir con el que se disfruta al volante en todo momento. Lógicamente en este caso concreto la mecánica limita ciertas sensaciones pero de todos modos el conjunto sigue transmitiendo ese tacto “deportivo” tan característico de cualquier MINI. Incluso por 127 € esta versión puede llevar opcionalmente el botón “Sport” (como nuestra unidad de pruebas), que modifica la respuesta del pedal del acelerador y la dureza de la dirección.

Datos técnicos
Marca y modelo MINI One D
Acabado (--)
Especificaciones
Longitud/anchura/altura (mm) 3.709 / 1.683 / 1.407
Distancia entre ejes (mm) 2.467
Diámetro de giro (m)
Peso (kg) 1.165
Volumen del maletero (l) 160 / 680
Neumáticos 175/65 R15
Motor
Cilindrada (cc) 1.560
Potencia (cv) 90
Par máximo (Nm/rpm) 215 / 1.750
Tracción Delantera
Transmisión Manual 6 velocidades
Consumo
Combustible Gasóleo
Urbano/Carretera/Combinado (l/100km) 4,7 / 3,5 / 3,9
Emisiones CO2 (gr/km) 104
Consumo durante test (l/100km) 4,5
Características
Aceleración 0-100 km/h (s) 11,5
Recuperación 80-100 km/h (s) en 4ª N.D.
Capacidad depósito (l) 40
Velocidad máxima 182
Precio (sin extras)
Euros 17.200
Equipamiento extra Faros de xenón (673 €), volante deportivo de cuero (253 €), climatizador (1.257 €),  techo solar (955 €), sistema de acceso confort (507 €), bluetooth para el teléfono (965 €), equipo de navegación profesional (2.096 €)
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Aunque sólo estemos hablando de 90 CV, en ningún percibí que dicha motorización se quede algo “corta” para un uso fuera de ciudad. No se pueden esperar recuperaciones veloces o una marcada contundencia pero a la hora de adelantar o mantener un ritmo constante en vías rápidas frente a pendientes o desniveles muy pronunciados, si se juega convenientemente con el cambio tendremos una respuesta más que correcta en cualquier momento.

Del comportamiento en general del vehículo ya hemos hablado en multitud de ocasiones, y siempre de manera excelente, así que tenemos poco o nada que añadir. Sin duda, el MINI es un automóvil ágil, con un bastidor realmente eficaz, una dirección directa y unas reacciones muy nobles. En esta segunda generación los ingenieros trabajaron a conciencia para potenciar todos los elementos que intervenían en la dinámica de conducción para tratar de hacerlo aún más estable y, sobre todo, más cómodo. Esto se nota principalmente en la suspensión que ha mejorado mucho al respecto, aunque sigue siendo un coche en el que se nota sensiblemente el paso de los kilómetros.

Denominación de origen

Cómo no, otro de los puntos fuertes de cualquier MINI es su peculiar estética, que se ha ganado a pulso el favor de millones de seguidores desde su aparición. Ha perdido parte de exclusividad debido a su enorme proliferación por nuestra carreteras aunque, sin discusión, sigue siendo uno de los motivos de compra principales (siempre aparece en los primeros puestos de la lista cuándo se pregunta a los clientes porqué han adquirido un MINI).

La variante diésel del One tiene ciertas particularidades respecto al de gasolina. Además de la letra “D” que acompaña al nombre de la versión en la parte trasera, nos encontramos con un capó algo más abombado, el techo en el color de la carrocería o la parrilla frontal hexagonal y la salida de escape cromada, al estilo del su hermano mayor el Cooper D. Dentro, los males endémicos de siempre: plazas traseras muy pequeñas, un maletero minúsculo y la poco funcional ubicación de gran parte de la instrumentación, poniendo de manifiesto que la función estética ha prevalecido sobre cualquier otra cosa.

Equipamiento

Especialmente en las versiones One, la dotación de serie que acompaña al vehículo es muy escasa. Por ejemplo, sólo se incluye el control de estabilidad, dejando al de tracción en el apartado opcional (por 156 €). Lo poco destacable se traduce en los airbags frontales y laterales de cabeza-tórax o el indicador de presión de las ruedas.

Sin embargo, como también es habitual en BMW, el MINI puede llevar prácticamente de todo a cambio de pagar un buen puñado extra de euros. Las opciones de equipamiento son casi infinitas; muchas cumplen una función práctica mientras que otras son sólo elementos que simplemente modifican el aspecto estético (sorprende la cantidad de opciones destinadas a tal efecto, lo que nos permite “vestir” a nuestro MINI de multitud de formas distintas). Por ejemplo, podemos encontrar elementos como los faros de xenón (673 €), el volante deportivo de cuero (253 €), el climatizador (1.257 €), el techo solar (955 €), el sistema de acceso confort (507 €), el bluetooth para el teléfono (965 €) o el equipo de navegación profesional (2.096 €)… como nuestra unidad de pruebas, cuyo precio final superaba con holgura los 22.000 €.

Muchos de los aspectos más interesantes están incluidos en cuatro paquetes muy atractivos denominados (“Earl Grey” por 487 €, “Salt” por 585 €, “Iceberg” por 755 € y “Pepper” por 1.901 €). Por su parte, por citar algunos, entre los elementos “decorativos” de nuestra unidad de pruebas me resultó curisosa la luz ambiental (podemos cambiarla hasta en 5 colores distintos) que aparece en el techo, los huecos de las puertas y la zona de dónde surgen los cinturones, incluido dentro del denominado “paquete iluminación” (166 €).

Precio

El MINI One D se comercializa en España a partir de 17.200 €, aunque queda claro que si queremos que cuente con un equipamiento a la altura el desembolso final será inevitablemente mucho mayor. En este sentido, podemos considerar a este MINI (al igual que muchas de sus versiones) un capricho, sobre todo si lo comparamos con algunos de los vehículos de pequeño tamaño que comparten la misma motorización, como los anteriormente citados. Ahora bien, como decíamos, todos los que estén enamorados del MINI y tuvieran en mente adquirir una versión diésel, tienen por fin desde hace apenas unos meses una nueva opción con el One D.

¿Preparado para lo siguiente?

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